Liberty.
Con su eterno cielo gris.
Con esa brisa que hacía estremecer de frío. Con sus casas de madera y humo en
las chimeneas. Con el bosque oscuro detrás, y la playa delante.
Llegué a mi casa, la
cerré, y corrí a mi habitación. Oí ruidos en la cocina, y supuse que era mi
madre.
-¿Cat, estás ahí?
Respondí con un portazo.
Me senté en mi silla al lado de la ventana, perdiendo mis pensamientos entre
las nubes amenazadoras de tormenta.
-¿Cat?-dijo mi madre,
abriendo la puerta.- ¿estás bien?
No respondí.
Se sentó a mi lado, en la
cama.
-Me puedes decir lo que
sea.
Asentí.
-¿Te acuerdas de
Luk?-empecé.
-¿El delgaducho con cara
de estreñido?
Sonreí.
-El mismo. Pues hace una
hora vino aquí y me dijo que su hermano, Rob, había desaparecido.
-¿Ah? ¿Luk tiene hermano?
¿Lo conoces?
-Sí.
-¿Y qué tal es?
-Es simpático.-dije,
recordando el casi pero no beso.
-¿Y?
-¿Y qué?
-¿Es guapo?
-Mamá…
-Vamos, dime.
-Bueno…
Le señalé la foto de sus
ojos, la que hice el día en que nos conocimos.
-Es él.
-Wow. Bonitos ojos. No me
hace falta ver lo demás para saber que es un rompecorazones.
Sacudí la cabeza. Mi
madre jamás cambiaría.
-¿Y qué más pasó?
-Pues que de repente
apareció Rob cuando Luk se había ido, y me llevó a la playa.
-Mmm…muy romántico…
-Cuando le pregunté qué
pasaba, no me quiso decir nada y me fue a besar, pero al final se arrepintió y
me fui corriendo.
-Bah, hombres. No hagas
caso. Los White no te merecen. Vamos, Cat, te prepararé palomitas y veremos una
película. Te dejo escoger a ti.-se levantó y se fue.
Sonreí otra vez. Cada vez
que estaba triste, mi madre y yo veíamos una película. Y siempre se me pasaba
todo.
Pero esta vez, era
diferente. Rob era diferente. ¿Por qué? No entendía nada. ¿Por qué Luk decía
que había desaparecido, si estaba aquí mismo?
-Hola, ¿comisaría de
Liberty?-pregunté por teléfono.
Había decidido tomar
cartas con el asunto.
-Sí, ¿qué pasa?-respondió
una voz masculina, no muy alegre.
-¿Han recibido algún caso
de desaparición últimamente?
-No, desde hace años.
¿Con qué causa pregunta eso?
-Nada, curiosidad. Gracias,
y perdón las molestias.-colgué.
Luk había mentido. Y yo
averiguaría el por qué de toda esta tontería.
-Mamá, voy a salir.
-¡Pero si cenaremos en
nada…!-protestó.
Suspiré. Mis planes
podían esperar a mañana.
-Vale, saldré mañana.
...
-¿Cat, qué haces aquí?-dijo
un Luk muy confundido.
Había decidido ir al
lugar que más odiaba en ese momento. Chez White.
Le aparté y entré en la
casa sin su permiso.
-¿Rob?-grité con todas
mis fuerzas en la casa.
-Pero, Cat…-dijo Luk. Lo
ignoré.
Recorrí todas las
habitaciones de la casa, pero parecía que allí no había nadie.
-¿Rob? –grité más fuerte
por la ventana.- ¿Hay alguien?
Entré en la última
habitación que me quedaba por ver. La habitación de Rob y de Luk. Abrí la puerta, y me quedé con la boca
abierta.
Era una habitación
sencilla, con un escritorio al lado de la ventana, dos camas y algunas cosas
desperdigadas por ahí. Pero eso no fue lo que me sorprendió.
Había fotos mías por
todas partes. Fotos de mí, en el parque, en clase, haciendo fotos yo a algo,
riéndome, llorando, comiendo un helado, poniéndome un sombrero en una tienda,
en la playa. Un montón de escenas que había intentado olvidar con todas mis
fuerzas estaban allí, plasmadas, colgando en una pared. Eran más que recuerdos.
-Sé que esto parece algo
psicópata, pero es que no podía parar de pensar en ti.-dijo una voz a mis
espaldas.
Me giré, con lágrimas en
los ojos-últimamente lloraba más de lo habitual-y un corazón en mil pedazos. Miré
a Luk.
-Te odio.-murmuré.
Él sonrió, triste. Me
acordé cuando todo había cambiado. Los había pillado, a él y a ella. Ella era
una chica muy simpática, con pelo rizado rubio y los ojos oscuros como la
noche. Ella no sabía que Luk tenía novioa. Nos engañó a las dos. Ella, Danielle,
se convirtió en una gran amiga mía. Odiábamos a la misma persona, por el daño
que nos había hecho. El mismo dolor.
-Fui un estúpido. ¿Sabes
que siempre te había querido a ti? Sólo a ti. Pero esa noche no sé qué me pasó.
Sé que jamás me perdonarás, y te entiendo. Yo tampoco me he perdonado a mí
mismo. Te perdí para siempre. Soy imbécil.
Cerré los ojos. No quería
escuchar nada más. No quería verle nunca más.
-Te quiero.-murmuró a mi
oído.
Y me besó. Mis lágrimas
empezaron a recorrer mis mejillas. El tacto de su piel me dolía. Luk besó mis
lágrimas, me besó, me abrazó. Yo me quedaba quieta, sin hacer nada, como si
fuera una estatua.
No lo soporté más. Abrí
los ojos, y le empujé con todas mis fuerzas. Él cayó al suelo, desconcertado, y
yo me fui corriendo por las escaleras.
Cuando salí de la casa,
mi corazón volvió a latir con normalidad.
Cuando corría por las
calles de Liberty, con la lluvia golpeando con furia mi rostro, mezclando mis
lágrimas con las suyas, choqué con alguien.
-¿Caterina?-oí una voz
familiar.
-¿Rob?-conseguí decir,
con la voz rota.
Tenía a Rob delante,
completamente empapado. Su pelo rojo, oscuro por el agua, le caía por la
frente, y sus ojos grises eran más bellos de lo normal.
-¿Estás bien? ¿Qué te ha
pasado?-me abrazó, intentado consolarme.
-Luk…-murmuré. Miré por
encima de mi hombro, temerosa de que me hubiera seguido.
En la calle no había ni
Dios.
-¿Qué te ha hecho él esta
vez?-dijo, mirándome directamente a los ojos.
No iba a decírselo. No,
claro que no.
-Nada-mentí.
-Caterina…
-No me llames así.
-Como si quiero llamarte
Pepa de las Flores. Y no me cambies de tema.
Nos quedamos mirando así.
Me gustaba discutir con él.
Con el pulgar, me empezó
a acariciar lentamente la mejilla. Sonreí.
-Siento lo de ayer. No sé
qué me cogió.
-Da igual.
-No, no da igual. ¿Sabes
por qué?
-¿Qué?-pregunté,
extrañada.
-Porque tenemos un asunto
pendiente, Caterina.
Y me besó.
No fue como el beso de
Luk, rápido, hambriento, doloroso. Fue un beso suave, dulce. Un beso como una
caricia, leve como un suspiro.
El capitulo esta genial, como siempre! Oye, te he agregado a mi lista de blogs, pasate cuando quieras, pero solo estoy empezando!
ResponderEliminar